lunes, 16 de mayo de 2011

SITUACIÓN EMOCIONAL Y CONDUCTUAL DE LOS MENORES CON MEDIDA DE ACOGIMIENTO RESIDENCIAL EN ESPAÑA.Alexia Llanos López, Amaia Bravo Arteaga, Mónica López López, Jorge F. del Valle.Grupo de Investigación en Familia e Infancia de la Universidad de Oviedo. 2010. España.

En los últimos años se ha producido un cambio muy importante respecto a los menores que son acogidos en residencias de protección. El objetivo de este trabajo es evaluar los problemas comportamentales que se dan en niños y jóvenes en residencias de protección a la infancia, dado que es un tema que ha suscitado gran preocupación en el colectivo de profesionales que trabajan en este ámbito. Para ello, hemos aplicado el CBCL de Achenbach en una muestra de 468 niños y niñas, con edades comprendidas entre los 4 y los 18 años, pertenecientes a 87 centros de acogida de 9 comunidades autónomas diferentes.

Se ha detectado que hay una alta incidencia de conductas de rechazo y aislamiento, así como las referentes a comportamientos y estados ansiosos o depresivos. Las conductas que tienen una mayor frecuencia en esta muestra son las que tienen que ver con comportamientos de carácter agresivo. Destaca la presencia de problemas de atención y problemas de interacción social.
Los menores en Acogimiento Residencial presentan una mayor incidencia y gravedad de problemas de conducta que el resto de la población de su misma edad, lo que indica la necesidad de potenciar recursos específicos y especializados, orientados a las necesidades de intervención en esta población.
Analizar los problemas de conducta de los menores en el sistema de protección es de suma importancia por diferentes motivos. En primer lugar, por la relación demostrada con el ajuste psicosocial de los menores. En segundo lugar, por las posibles consecuencias sobre el éxito o el fracaso de la propia medida de protección y sobre las relaciones diarias con las personas con las que conviven los acogidos. Finalmente, por la trascendencia de la evaluación para la detección temprana de dificultades de adaptación y para la toma de decisiones en el proceso de intervención. Los datos aportados por diferentes países de la Unión Europea señalan el interés por analizar el incremento y la gravedad de los problemas psicológicos de los niños protegidos y tutelados por la Administración, con el fin de diseñar programas de intervención adecuados a sus necesidades y a las de sus familias.

OBJETIVO
Los niños y adolescentes en acogimiento residencial tienen mayores probabilidades de desarrollar problemas emocionales y conductuales comparado con el resto de la población. Por esta razón, hay una necesidad imperiosa de realizar evaluaciones e intervenciones mucho más exhaustivas e intensivas que permitan garantizar el ajuste psicosocial de estos menores. Por tanto, el objetivo principal de este trabajo es analizar el tipo de problemáticas emocionales y conductuales que manifiestan los niños y jóvenes acogidos en residencias de protección, así como su frecuencia, intensidad y las diferencias según el género y el sexo.

METODOLOGÍA
PARTICIPANTES
En este estudio han participado 468 niños y jóvenes con medida de Acogimiento Residencial de 87 centros distribuidos en nueve comunidades autónomas diferentes.

INSTRUMENTOS
Para esta investigación se han utilizado dos instrumentos:
1. Una hoja de registro de datos básicos de los menores elaborada por el Grupo de Investigación de Familia e Infancia de la Universidad de Oviedo,
2. El cuestionario CBCL (Child Behavior Checklist) que fue diseñado por Achenbach (1991a) donde se recoge, en un formato estandarizado, información sobre los problemas emocionales y comportamentales que los participantes pudiesen tener. La versión del cuestionario CBCL que ha sido utilizada es el Formulario para padres y madres para niños con edades comprendidas entre los 4 y 18 años. En este caso son los educadores quienes cumplimentaron el cuestionario, dado que son quienes pueden observar cotidianamente al niño en su contexto de convivencia. Dicha observación se basa en los seis meses previos a la evaluación. Los resultados obtenidos en la evaluación se estructuran en 10 subescalas aunque sólo 9 de ellas tienen baremos y están relacionadas con uno o varios trastornos psicopatológicos descritos en el DSMIV.
Estas 9 subescalas son: Aislamiento, Quejas somáticas, Ansiedad y depresión, Conducta delictiva, Conducta agresiva, Problemas de interacción social, Problemas de pensamiento, Problemas de atención y Problemas sexuales. Las subescalas de Aislamiento, Quejas somáticas y Ansiedad y depresión conforman una escala más general denominada Escala Internalizada que tiene que ver con los problemas emocionales y comportamentales relacionados con la ansiedad y conductas de inhibición. Las subescalas de Conducta delictiva y Conducta agresiva conforman una escala más general denominada Escala Externalizada, asociada a los problemas emocionales y comportamentales relacionados con conductas agresivas y antisociales.
Por último, el CBCL permite obtener una puntuación Total como resultado del sumatorio de los 118 ítems. La prueba permite discriminar a los sujetos que se encuentran en el rango clínico, límite o normal en función del sexo y de la edad de los niños (4-11/12-18 años) (Achenbach 1991; Keller et al., 2001). Esta discriminación entre los tres rangos, aunque pueda ser la correcta, se realiza a partir de los baremos establecidos con población estadounidense en los años 90 (Achenbach, 1991) por lo que se han de extremar las precauciones cuando se trabaje con otras poblaciones, por ejemplo la utilizada en esta investigación.

VARIABLES ANALIZADAS
En la hoja de registro se solicitaron datos asociados a su perfil: variables sociodemográficas, su situación familiar, su contexto residencial, su contexto escolar, cómo emplean su tiempo libre y su contexto social y relacional. En cuanto a las variables investigadas en el CBCL, como ya se ha expuesto anteriormente, son 118 conductas que conforman 9 tipologías diferentes de problemáticas conductuales y emocionales.

ANÁLISIS ESTADÍSTICOS
Para realizar los análisis estadísticos se han utilizado pruebas univariadas (medidas de tendencia central y dispersión) y bivariadas (Chi-Cuadrado, U de mann-Whitney, Kruskal-Wallis y correlación de Pearson). Se ha optado por las pruebas no paramétricas (U de mann-Whitney y Kruskal-Wallis) ya que las variables cuantitativas presentan una distribución asimétrica.

PROCEDIMIENTO
Para la recogida de los datos, cuatro personas del Grupo de Investigación de Familia e Infancia de la Universidad de Oviedo se desplazaron a cada uno de los 87 centros de Protección que han participado en el estudio. Cada educador cumplimentó el cuestionario y la hoja de registro de cada uno de los menores que tenía bajo su responsabilidad. Una vez completada la evaluación en cada uno de los centros, los datos eran introducidos en una base del programa estadístico SPSS creada ad hoc y, finalmente, se procedió con el análisis estadístico de los mismos.

EVALUACIÓN
Teniendo en cuenta los baremos publicados en Achenbach (1991a) se ha calculado el porcentaje de chicos y chicas que se clasificarían dentro de un rango normal, límite o clínico dentro de cada escala (no se incluye la escala de problemas sexuales dado que no aparece en dicho baremo).
Como se apuntaba anteriormente, los rangos se han establecido en función de las puntuaciones obtenidas por población norteamericana en los años 90. Hasta no contar con baremos españoles y actualizados, cualquier interpretación ha de tomarse con suma cautela.

El porcentaje de casos clínicos referidos a los problemas de interacción social es ligeramente más alto en los mayores que en los más pequeños. En cuanto al porcentaje de casos clínicos relacionados con problemas de pensamiento es mayor en el caso de los adolescentes que en el de los niños. Sin embargo, el deterioro de las conductas atencionales es mucho más destacable en el caso de los más pequeños puesto que un cuarto de la muestra de los niños son casos clínicos. Se hace obligado señalar la diferencia tan pronunciada entre los más pequeños y los adolescentes en cuanto al porcentaje de casos clínicos respecto a la puntuación total de problemática conductual. Mientras casi el 50% de los jóvenes alcanzan el rango clínico, lo niños se quedan en un 37,3%.

CLAVES PARA AVANZAR
Respondiendo a los objetivos planteados en el estudio y una vez analizados y discutidos los resultados obtenidos, se pueden extraer las siguientes conclusiones:
1. Las conductas que tienen una mayor incidencia en niños y jóvenes con medida de acogimiento residencial son las que tienen que ver con conductas de carácter agresivo aunque también se ha detectado una alta incidencia de conductas de rechazo y aislamiento, así como las referentes a comportamientos y estados ansiosos o depresivos. Estos resultados confirman la creciente incidencia de esta clase de problemáticas en los centros de protección y añaden la importante presencia de problemas emocionales que por no ser tan visibles y disruptivos generan menor preocupación y pueden pasar más inadvertidos.
2. En cuanto a la incidencia de otros problemas emocionales y conductuales, destaca los problemas de atención e hiperactividad y de interacción social.

ALEXIA
El porcentaje de casos clínicos referidos a los problemas de interacción social es ligeramente más alto en los mayores que en los más pequeños. En cuanto al porcentaje de casos clínicos relacionados con problemas de pensamiento es mayor en el caso de los adolescentes que en el de los niños. Sin embargo, el deterioro de las conductas atencionales es mucho más destacable en el caso de los más pequeños puesto que un cuarto de la muestra de los niños son casos clínicos . Se hace obligado señalar la diferencia tan pronunciada entre los más pequeños y los adolescentes en cuanto al porcentaje de casos clínicos respecto a la puntuación total de problemática conductual. Mientras casi el 50% de los jóvenes alcanzan el rango clínico, lo niños se quedan en un 37,3%.

CLAVES PARA AVANZAR
Respondiendo a los objetivos planteados en el estudio y una vez analizados y discutidos los resultados obtenidos, se pueden extraer las siguientes conclusiones:
1. Las conductas que tienen una mayor incidencia en niños y jóvenes con medida de acogimiento residencial son las que tienen que ver con conductas de carácter agresivo aunque también se ha detectado una alta incidencia de conductas de rechazo y aislamiento, así como las referentes a comportamientos y estados ansiosos o depresivos. Estos resultados confirman la creciente incidencia de esta clase de problemáticas en los centros de protección y añaden la importante presencia de problemas emocionales que por no ser tan visibles y disruptivos generan menor preocupación y pueden pasar más inadvertidos.
2. En cuanto a la incidencia de otros problemas emocionales y conductuales, destaca los problemas de atención e hiperactividad y de interacción social.
3. Las chicas obtienen puntuaciones más elevadas en las problemáticas emocionales (problemas psicosomáticos y de ansiedad y depresión), mientras que los chicos alcanzan mayores medias en las problemáticas conductuales (delincuencia, agresividad, hiperactividad e interacción social). A su vez, las chicas puntúan significativamente por encima de los chicos en las conductas prosociales.
4. El grupo de jóvenes obtienen mayores puntuaciones en todas las problemáticas, exceptuando en la hiperactividad. Por tanto, los adolescentes tienen mayor probabilidad de sufrir problemáticas emocionales y conductuales.
5. Los menores en acogimiento residencial presentan una mayor incidencia y gravedad de problemas de conducta que el resto de la población de su misma edad por lo que necesitan recursos más específicos y especializados que garanticen su adecuado ajuste psicosocial.
6. Es necesario que los educadores establezcan intervenciones dirigidas a abordar sus características, problemáticas y situación con el fin de que los menores sean conscientes de su realidad y vean necesaria la medida, haciéndoles partícipes de su proceso de evaluación e intervención.

En función de los resultados mencionados, cabría realizar algunas orientaciones que ayuden a desarrollar estrategias de intervención dirigidas a mejorar la calidad de vida y el desarrollo de esta población:
1. Hacer las evaluaciones de cada caso mucho más ajustadas a su entorno, observando los factores que estabilizan o alteran su patrón conductual y haciéndole partícipe al joven de su proceso.
2. Dotar de recursos más especializados y específicos a los centros de protección y a los educadores que allí trabajan como por ejemplo espacios reservados para el aislamiento del grupo y reflexión cuando las conductas llegan a ser peligrosas para el resto de compañeros, espacios y profesionales preparados para el
control de los adolescentes, nuevas tipologías de hogares en las que se permita mayor grado de independencia, añadir psicoterapeutas en los centros que permitan coordinar las intervenciones de una manera más directa, mayor ratio de educadores, etc.
3. Las intervenciones han de crearse de manera individualizada y habrá casos que precisen de un tratamiento clínico concreto, para lo que sería preciso una figura especializada en el campo de la psicología o psiquiatría.
4 Se requiere intervenciones orientadas a las diferencias de género por lo que es necesario el diseño diferencial de las mismas.

Para terminar, señalar las tres posibles líneas de investigación que continúen este trabajo en un futuro:
1. Diseñar intervenciones ajustadas a las necesidades de esta población. Una vez realizada la evaluación general y atendiendo a las particularidades de cada menor, se deberían planificar programas de intervención para cada plan de caso que cubran las necesidades concretas de cada niño y adolescente y que permitan, de esta forma, su pleno desarrollo.
2. Hacer una evaluación longitudinal, a la vez que se aplican las diversas intervenciones para poder valorar el desarrollo de los chicos y chicas y de los propios programas de intervención.
3. Elaborar baremos españoles para el CBCL que permitan establecer categorías clínicas válidas para toda la población comprendida entre los 4 y 18 años.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
Achenbach, T. M. (1991). Manual for the Child Behavior Checklist/4–18 and 1991 profile.
Burlington: University of Vermont, Department of Psychiatry.
Achenbach, T. M. (1991a). Manual for the Child Behavior Checklist/4-18 and 1991 Profile.
Burlington: University of Vermont.
Keller, T. E., Wetherbee, K., Le Prohn, N. S., Payne, V., Sim, K. y Lamont, E. R. (2001).
Competencies and problems behavior of children in family foster care: variations by kinship
placement status and race. Children and Youth Services Review, 23(12), 915-940.

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