viernes, 27 de enero de 2012

LA FAMILIA: UN AGENTE CRIMINOGENO?. HELENA MORALES ORTEGA. Docente-Investigadora de la Facultad de Derecho de la Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar

RESUMEN
Se entiende por delincuencia juvenil el conjunto de delitos, contravenciones o comportamientos socialmente reprochables, que cometen los menores de edad considerados como tales por la ley. El término «delincuencia juvenil» fue acuñado en Inglaterra en el año 1815. Cada Estado está sujeto a su propio sistema jurídico, para algunos es delincuente el adolescente que comete acciones sancionadas por la ley sin importar su gravedad, Otros Estados sólo consideran como delincuente juvenil al joven que comete un acto delictivo grave.
PALABRAS CLAVE: Delincuencia juvenil, Jóvenes, Criminalidad, Familia, Factores, Acto delictivo, Inadaptación social, Síntoma.
ABSTRACT
Youthful delinquency is understood as set of crimes, contraventions or behaviors socially reprehensible, that are committed by young people who are considered like this by law. The term “youthful delinquency” was coined in England in 1815. Each State is subject to its own legal system. For some States, it is a delinquent the adolescent that carries out actions sanctioned by law without taking into account its gravity. Other States only consider youthful delinquent to young that commits a serious criminal act.
KEY WORDS: Youthful delinquency, Young, Criminality, Family, Factors, criminal act, social inadaptation, Symptom.

*Este articulo hace parte de la investigación institucional titulada “Participación de los menores en los delitos de homicidio y lesiones personales en la ciudad de Barranquilla” en la cual han participado los estudiantes Carlos Arteaga, Heyler Palacio y Rosangela Aroca.

LA DELINCUENCIA JUVENIL

En Colombia, este es un fenómeno que ha venido creciendo, en el plan país plan decenal de la infancia (2004-2015) para Colombia, se puede leer que entre los años 1998 y 2002, los procesos relacionados con menores en conflicto con la ley aumentaron durante este período en 10.038 casos, pasando de 25.765 en 1998 a 35.799 en el 2002. El mayor impacto de crecimiento se observa en los años 1998 y 1999 con un 17%, se mantiene en 4% el crecimiento anual entre el 1999 y el 2001 y se evidencia un crecimiento del 9% entre el 2001 y el 2002. Reportes oficiales de la Policía Nacional, refieren un promedio anual de captura de 6.481 y de 7.960 contraventores.
De acuerdo con los datos estadísticos contenidos en la Revista Criminalidad de la Policía nacional del año 2000, en el transcurso de ese año fueron aprehendidos 7.514 menores de 18 años como autores de infracciones penales, correspondiendo al 5% del total nacional. Medellín, Cali y Quindío fueron las zonas del país donde se aprehendieron el mayor número de menores.
Según esta misma fuente en Bogota en ese año se registró un total de 5.247 menores de edad implicados en la comisión de conductas delictivas. Durante el año 2001 en Medellín el 10% de los casos de homicidios y el 14% de lesiones personales fueron ocasionados por menores de edad, estas cifras evidencian claramente la magnitud del problema a nivel nacional.

En la ciudad de Barranquilla, el problema de la delincuencia juvenil se hace cada día mayor, concentrándose más en algunos sectores o zonas caracterizadas por la marginalidad, el desempleo, la falta de vivienda, la desintegración familiar, la carencia o insuficiencia de servicios públicos y una mezcla de patrones culturales muy singulares.
Para el año 2002 según datos suministrados también por El Departamento de Policía Atlántico, en esta ciudad fueron capturados un total de 146 menores acusados de distintos delitos.
En el 2003, ingresaron al Centro de Recepción y Observación del Menor Infractor “El Oasis” de esta ciudad 496 jóvenes. Según las estadísticas, ingresaron a este centro 50 jóvenes de 14 años, 78 de 15, 145 de 16 y 170 de 17 años. Sin duda alguna la delincuencia juvenil y su impacto en cualquier sociedad es de gran preocupación no solo para el Estado, sino para la comunidad en general y en el país desde hace un cierto tiempo se viene hablando de la necesidad de adelantar una revisión cuidadosa al sistema penal juvenil colombiano. En el momento actual cursa en el Congreso un “Proyecto de Ley Estatutaria de Infancia y Adolescencia”. El punto más sensible de dicho proyecto es el relacionado con la responsabilidad penal del menor y la privación de la libertad de éste. Según la Comisión Colombiana de juristas el proyecto de ley tiene un enfoque netamente punitivo para enfrentar la problemática de la niñez infractora de la ley penal.
Afirma la comisión que no está acorde con lo establecido en la Convención Sobre los Derechos del Niño, según la cual en todas las medidas que tomen las instituciones públicas y privadas concernientes a las niñas y niños se debe atender el interés superior de la niñez” (Diario “El Heraldo”, 8 de Noviembre de 2004).

A todo esto, conviene preguntarse: ¿cuáles son las causas y circunstancias que pueden determinar el comportamiento delictivo de los menores de edad?
La exploración de la literatura sobre la temática, señala que en el origen de la trasgresión de la ley por parte de los adolescente se encuentran varios tipos de causas.

Veamos:
Según algunos autores (Lode Walgrave: 1992) la delincuencia de los jóvenes no se presenta como una categoría de comportamientos homogéneos. Ella contiene una multitud de actos diferentes, una variedad de contextos sociales, de motivaciones y situaciones.

En este sentido se pueden distinguir tres concepciones de la delincuencia juvenil:

La delincuencia-síntoma.

Aparece en el período en el cual la naciente ciencia de la criminología y el movimiento de la defensa social consideraban a todo delincuente como un enfermo. Hasta los años 1960 aproximadamente, las autoridades políticas, judiciales, científicas y la cultura burguesa compartían un concepto que mezclaba los factores morales, legales, sociales y clínicos bajo el denominador común de “inadaptación social”. A pesar de las diferencias en las “escuelas”, de las diferentes disciplinas y la cooperación permanente de los medios judiciales y médicos, prevalecía la concepción clínica, indicando perturbaciones o deficiencias sicológicas en el origen del comportamiento.
Este enfoque tradicional lo encontramos aún hoy y no sin razón, pues algunos comportamientos delictivos en los jóvenes se explican en primer lugar por ciertos hechos que han marcado la vida de esos jóvenes: el abandono afectivo, el disfuncionamiento del sistema familiar o ciertas perturbaciones bio-sicológicas. La delincuencia síntoma parece pues una gama heterogénea de problemáticas individuales y relaciónales. Sin embargo, este no es el prototipo de la delincuencia, como se le suponía antes de los años 60, época en que surge la criminología critica.

La delincuencia pasajera.

Una segunda concepción ha subrayado la existencia de una delincuencia pasajera en los jóvenes; algunos estudios (Leblanc: 1977) muestran como la mayoría de adolescentes, (especialmente los varones) de todas las capas sociales, cometen regularmente actos que podrían ser objeto de investigaciones judiciales, pero una vez pasada la adolescencia5 este tipo de comportamiento disminuye fuertemente.
La delincuencia juvenil, se presenta pues como un comportamiento ligado a las condiciones sico-sociales de la edad adolescente. Ella formaría parte de la búsqueda del adolescente de su identidad y posicionamiento en la sociedad. El adolescente se aparta de su ambiente familiar el cual percibe como demasiado asfixiante en su rol protector, él prueba entonces los límites de la tolerancia social, el joven ensaya otros modelos de identidad; él encuentra en el grupo de pares un clima de comprensión y de solidaridad donde la pequeña delincuencia es aceptada como elemento de recreación y de afirmación de si.

Tanto la sicología como la sociología se han procurado modelos para comprender lo que puede determinar a los jóvenes convencionales a este tipo de comportamiento. En todo caso esta tesis no ha podido ser sostenida en su totalidad. Nos aventuramos a decir que esta tesis podría explicar porque en nuestro medio en ocasiones encontramos jóvenes de familias acomodadas, hijos de familias “convencionales” inmersos en el problema de la delincuencia, sin embargo no serviría para explicar porque ciertos jóvenes persisten en el comportamiento delictivo cuando llegan a la edad adulta.
Las investigaciones sobre la cifra negra de la criminalidad, realizadas con cuestionarios anónimos, donde los jóvenes “confiesan” sus “faltas a la ley” no muestran sino una delincuencia más o menos benigna y subestiman la delincuencia de los jóvenes menos favorecidos, quienes se muestran desconfiados frente al anonimato de los cuestionarios, comprenden más difícilmente este instrumento para recoger información y con frecuencia están ausentes (por deserción) de las escuelas, lugares donde se han realizado la mayoría de las investigaciones basadas en los cuestionarios de delincuencia autoreportada.

La delincuencia de precariedad.

Ciertos jóvenes persisten en el comportamiento delictivo cuando llegan a la edad adulta. Se trata especialmente de jóvenes de baja estratificación social. De ahí que una tercera concepción de la delincuencia juvenil haya sido planteada. Esta tiene cuenta de las condiciones de vida de los sujetos, los jóvenes agrupados en esta categoría han manifestado problemas sico-sociales más profundos, ligados a sus condiciones de precariedad social, relacionados tanto a su presente como a sus perspectivas de futuro.
Necesario es señalar que algunos autores no diferencian la delincuencia de precariedad de la delincuencia síntoma (Leblanc 1978, Frechette et Leblanc, 1978) ellos consideran que las características individuales de los jóvenes desfavorecidos, deben tener en cuenta las condiciones y las vivencias sociales. Para Walgrave sin embargo la distinción es esencial, ya que en la delincuencia síntoma, los problemas individuales o familiares existen en sí mismos, mientras que en la delincuencia de precariedad , esos problemas se manifiestan debido a la posición y la circunstancias adversas de esos jóvenes. Esas dos tipos de delincuencia exigen por tanto interpretaciones y soluciones diferentes.

La familia: un agente criminógeno?

Dos autores canadienses Frechette y Le Blanc (1987) han llamado la atención acerca de la prudencia que se debe tener cuando se quiere relacionar factores antecedentes, con efectos posteriores, para explicar la génesis de la delincuencia. Sin embargo, ellos admiten que para llegar a comprender el funcionamiento de un individuo en un momento dado, no se puede hacer una abstracción de las filiaciones existentes entre lo anterior y lo actual manifestados a través de la historia vivida.
La familia es sin lugar a dudas el elemento más importante del medio donde vive el niño, ella juega un papel esencial en el desarrollo de su personalidad así como en su comportamiento. Ella se tiene como el principal agente educativo en el proceso de socialización del niño.

La importancia que se le ha otorgado a la familia en el desarrollo de la personalidad del sujeto se basa en principios tales como:
La familia es el principal agente de transmisión de la cultura
El control social comienza en la familia y posteriormente, se proyecta en otras instituciones sociales, como la escuela por ejemplo La personalidad se desarrollará según las orientaciones trazadas por estas instituciones. Las funciones familiares son esenciales para la supervivencia de la sociedad y la conservación de su equilibrio. El individuo tiene necesidad de un cierto aprendizaje y de una adaptación social para su supervivencia.

La sociedad humana y su cultura dependen de la efectividad de la socialización.
En este contexto, podríamos entonces proponer la siguiente hipótesis:
Entre mayor sea la deficiencia de la familia como agente de socialización del niño, mayor es el riesgo de delincuencia y/o perturbaciones del comportamiento en el joven o adolescente.
Algunos estudios han indicado que al interior de la familia se plantea también el problema de la prevención o la facilidad de la conducta delictiva. Entre los factores familiares negativos señalados como determinantes de la delincuencia juvenil se encuentran:
a)Las malas relaciones familiares: con frecuencia se admite, la importancia de fuertes lazos en la familia con el fin de que el niño o el adolescente pueda encontrar en su circulo familiar el afecto, la estabilidad y la autoridad que necesita.
Numerosos trabajos lo han establecido y se ha convertido en un lugar común. “Los jóvenes delincuentes se hallan rara vez en buenos términos con sus padres, estos manifiestan con frecuencia frialdad, y hasta hostilidad hacia sus hijos; por otro lado interrogados acerca de sus padres muchos de ellos manifiestan que no los aprecian (especialmente al padre más que a la madre) que no quieren parecérseles y que se comunican poco con estos” (Maurice, Cusson: 1990).
b)Falta de vigilancia parental: Ha sido señalada también como factor influyente en la etiología de la delincuencia juvenil. Se expresa en el desinterés y la falta de control de los padres por las actividades de sus hijos. ¿Dónde van éstos?, ¿A quién frecuentan?, ¿Qué hacen?; Algunas investigaciones (Frechette y Le Blanc, 1987) han demostrado que este constituye el factor que se encuentra más estrechamente ligado a la delincuencia de los menores, parece que él juega un papel incluso más preponderante que el apego a los padres o el tipo de estructura familiar.

Las siguientes investigaciones citadas por Junger-Tas (1992) han examinado el efecto de esta variable puesta en relación con otros factores. Por ejemplo, Wilson (1980 y 1987) la ha estudiado relacionándola con otras variables tales como el status socioeconómico del padre, el tamaño de la familia, el interés de los padres por el rendimiento escolar del hijo. El estudio se basó en entrevistas a madres de niños de 10 a 11 años de edad, las opiniones de los profesores sobre los alumnos y las confesiones de los propios niños sobre su mal comportamiento en la escuela y en el barrio. La supervisión de los padres fue medida por preguntas concernientes a las actividades de los muchachos al exterior del hogar, el tiempo de permanencia en la calle de éstos , las reglas o normas del hogar. Los resultados de la investigación han mostrado una fuerte relación entre los factores señalados y la supervisión o vigilancia de los padres. En esta investigación la mayoría de los padres que habitan los barrios pobres consideraron que el hecho de vivir en estos, hace más difícil la educación de los niños a causa de la presencia de criminalidad en estos sectores y la indisciplina juvenil. ”Sin embargo, esto no conduce necesariamente al relajamiento de la vigilancia, ciertos padres han dicho incluso que ellos habían ejercido una estricta vigilancia mientras que otros han considerado las condiciones del barrio como las que podrían explicar la mala conducta de sus hijos.

Wilson subraya que la relación entre esos “handicaps” sociales y la delincuencia no es directa, sino indirecta. Ellos están correlacionados con la supervisión de los padres, ella agrega que la delincuencia aumenta con el aumento de las desventajas sociales, la negligencia de los padres y la criminalidad de éstos” (Junger_Tas:1992,40).
Otro estudio mencionado por Junger Tas (Riley y Shaw: 1985) realizado con adolescentes de 14 a 15 años ha mostrado que las niñas son objeto de una vigilancia mayor que los niños. De manera interesante dice Junger Tas, el estudio revela que los adolescentes consideran a los padres que no imponen un cierto sentido de la disciplina como poco vigilantes y cuidadosos de ellos. Igualmente, los jóvenes delincuentes se mostraron como poco dispuestos a aceptar el control paternal sobre la administración de su tiempo libre así mismo han revelado tener más conflictos con sus padres que los jóvenes no delincuentes. La autora agrega que parece que los jóvenes delincuentes han tenido una actitud más “emancipada” de sus padres a pesar de los esfuerzos que estos últimos hacen para controlarlos. Ellos se muestran poco interesados en los cuidados brindados por sus padres, no los escuchan y actúan como les parecen. El estudio ha constatado que una débil vigilancia paternal esta asociada a los comportamientos problemáticos de los niños poco controlados en sus actividades por sus padres y con los que frecuentemente tienen conflictos. En efecto el estudio subraya que los adolescentes que tenían una mala relación con sus padres habían sido poco vigilados.


Entonces se puede decir que: ”Una buena relación padre-hijo es efectivamente una condición
necesaria para ejercer un buen control parental”. ( Junger_Tas: 1992,41).
c)Las carencias educativas de los padres: se trata aquí de aspectos concernientes más bien a la personalidad de los padres. Con frecuencia los padres de los jóvenes delincuentes han sido caracterizados como adultos débiles, pasivos que pasan por alto faltas serias de sus hijos y con frecuencia alternan sus reacciones entre la complacencia y el castigo severo a los hijos.
d)Prácticas educativas parentales: es el conjunto de conductas conscientes o inconscientes de los padres, susceptibles de afectar al adolescente en el plan psicológico y particularmente afectivo. Ellas comprenden las palabras y los comportamientos dominantes de los padres en la interacción con los hijos. Si las practicas educativas de los padres son desvalorizantes o negativas, la representación o la imagen que el niño se hará de sí mismo será también negativa y eso va a influenciar su comportamiento.
e)La disociación del grupo familiar: ha sido señalada como una variable que puede tener fuertes repercusiones en el comportamiento del niño o joven. En las investigaciones relativas al papel de las familias disociadas en la formación y manifestación del comportamiento delictivo, el divorcio con frecuencia es el elemento explicativo de la aparición de tal actitud. Sin embargo ciertos estudios (Koudon 1989) han puesto de relieve la importancia de la llamada disociación familiar “secundaria“, en ésta parámetros diferentes al divorcio o disociación familiar "primaria" han sido tenidos en cuenta; ya no es la presencia o ausencia de uno u otro miembro de la familia, lo que importa, sino la forma como en el seno de la familia, las relaciones entre sus miembros se desarrollan; se ha concluido que la ruptura en un sentido físico no significa, "ipso facto", ruptura de las relaciones entre los padres, no significa tampoco que automáticamente haya contradicción entre ellos. La ruptura física conyugal no es siempre mal vivida por lo niños y adolescentes, ya que puede haber ruptura, aunque físicamente los padres estén juntos:
“Entonces la presencia o la ausencia física de los padres en sí misma, no es significativa; lo que es revelador es el lugar que cada uno de los padres confiere al otro en su discurso o su comportamiento y el lugar que confieren al niño” (Koudon, 1989,180).
f)Las carencias afectivas: Factor difícil de aprehender, algunos autores afirman que él juega un papel considerable entre los miembros de las bandas. Ellos ven en el ingreso del joven a una banda una especie de compensación de una carencia afectiva, aunque se precisa que por lo general los lazos afectivos en una banda son de tipo horizontal e igualitarios y en consecuencia diferentes a los que se establecen entre padres e hijos en el seno de una familia.
g)Delincuencia y prisión de los padres: hoy día, muchos niños y adolescentes se encuentran relacionados directa y cotidianamente bajo diversas formas con la prisión.

Ellos la viven a través de sus padres. Las consecuencias que la privación de la libertad de un padre tiene sobre los hijos, es objeto de muchas investigaciones. Nuevas política tendientes a facilitar el contacto del detenido con el mundo exterior, y sobre todo con la familia, han sido elaboradas. Los estudios al respecto han señalados ciertos hechos:
*La detención de un miembro de la familia puede provocar una crisis al interior de ésta.
*Reacciones de estigmatización a la familia del detenido, en especial por parte del vecindario.
*Las esposas consideran la educación de los hijos como uno de los más graves problemas que plantea el encarcelamiento del padre.
*Las consecuencias psicológicas de la ausencia forzada del padre han sido señaladas también por ejemplo la ausencia de imagen paterna y de sostén emocional del padre.

Es necesario decir la verdad a los niños? Esta pregunta se plantea con frecuencia, la vergüenza relacionada con el hecho, lleva en ocasiones a los adultos a esconder la verdad: "papá esta de viaje" o "mamá esta en el hospital". Esto le crea angustia al menor, especialmente si la situación se prolonga en el tiempo pues el niño puede representarse una situación de peligro o de abandono mucho más dramática para él que la verdad que se le oculta. Una situación familiar no dicha o enmascarada puede engendrar perturbaciones más serias que decir la verdad, el niño percibe la realidad de las cosas, pero él tiene necesidad de que ésta se exprese en el lenguaje, en la comunicación. El tipo de daño que el niño puede sufrir en este caso, va a depender de su edad, de su personalidad, de la duración de la separación y del contexto familiar preexistente.
h)El rechazo y la delincuencia: La investigación en criminología y en sicología ha diferenciado dos tipos de rechazo: El rechazo parental, es decir el de los padres hacia los hijos y el rechazo de los hijos hacia los padres. El “rechazo parental” ha sido definido de varias maneras: falta de amor, carencia de afecto, etc. Pero el concepto unificado es que esos términos son el reflejo del aprecio o de las actitudes de los padres hacia sus hijos. Con frecuencia tanto la sicología como la sociología han asociado el rechazo parental a la delincuencia juvenil y al comportamiento agresivo del joven. Se ha dicho que el rechazo puede ser la causa, pero también la consecuencia de esos comportamientos en los jóvenes. Efectivamente, el rechazo de los padres puede conducir a los hijos a rebelarse, pero igualmente puede hacerle difícil al padre amar a un hijo rebelde. Sin duda padres hostiles o indiferentes estarán menos dispuestos a brindar una buena y constructiva vigilancia a sus hijos la cual es necesaria para el desarrollo armonioso de niños y adolescentes. Ellos se mostraran menos dispuestos a ayudar a sus hijos en situaciones de la vida cotidiana, por ejemplo a ser aceptados por su grupo de pares. En retorno, los hijos que crecen en un tal clima de hostilidad e indiferencia serán más susceptibles de tener emociones y sentimientos negativos hacia sus padres.

En su exploración de las investigaciones sobre la temática; Loeber y StouthamerLoeber (1986) señalan que Simca_Fagan y otros (1975) encontraron que la frialdad y el rechazo ejercido por la madre estaba relacionado con un riesgo tardío de una relación violenta entre la madre y el hijo e igualmente en relación con la delincuencia de éste. McCord (1984) ha encontrado que la falta de afecto del padre comparada a la falta de afecto maternal representaba un riesgo ligeramente mayor como factor que puede conducir los niños a perturbaciones del comportamiento y a la delincuencia.
En lo referente al “rechazo de los hijos hacia los padres”, si bien la preocupación principal de los estudios sobre la temática ha sido mirar las actitudes de los padres hacia sus hijos, algunos estudios se han preocupado por la identificación de los hijos con sus padres y la aceptación del Rol modelo de éstos. Los padres a través de ese contacto afectivo y continuo, se constituyen en los principales agentes de la interiorización de las costumbres, normas y valores de los hijos. Pero si hay un rechazo del hijo hacia sus padres, parece poco probable que el proceso de interiorización pueda hacerse efectivo.
Los controles indirectos, aquellos que están asociados con las relaciones afectivas “padres-hijos” pueden ayudar a la prevención de la conducta delictiva del joven. Esos controles se pueden ejercer eficazmente cuando hay una conformidad o identificación de ideas entre el hijo y sus padres. El deseo de agradarlos, la reticencia a herirlos o decepcionarlos están asociadas a la aceptación que el hijo tiene de sus padres. El hijo que se idéntica estrechamente en el plano afectivo con sus padres será reticente a herirlos. Por el contrario el hijo que rechaza a sus padres puede más fácilmente librarse a comportamientos desviados con el objetivo de molestarlos.
Finalmente se debe señalar que el rol criminógeno de esos factores negativos de la familia va a depender de la acumulación de ellos. Es decir existe un efecto de interacción, en el sentido que si uno de esos factores se manifiesta sin que ningún otro se halle presente la probabilidad de comportamiento desadaptado del joven es muy baja, pero combinados los unos con los otros pueden tener un fuerte impacto en éste. Es lógico pensar entonces que la existencia de múltiples factores negativos en la familia aumentan el riesgo de una delincuencia ulterior del adolescente.
Se esta consciente de que la delincuencia juvenil, involucra aspectos relacionales difíciles de evaluar y tal vez sea la razón por la cual las respuestas a los diferentes problemas que ella plantea sean muy variadas, pues las vivencias no son iguales para todo el mundo. La percepción así como la actitud frente a este fenómeno varia de una persona a otra e incluso de un estamento social a otro. Con este articulo se ha querido simplemente contribuir a la reflexión sobre la temática.

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