jueves, 21 de junio de 2012

Estudio confirmatorio del cuestionario de conducta antisocial (CCA) y su relación con variables de personalidad y conducta antisocial. Carmen Martorell(1), Remedios González(2), Ana Ordóñez(3) Y Olatz Gómez(4).


RESUMEN
La conducta antisocial comprende todo comportamiento que quebranta normas e intereses sociales, siendo una acción dañina para los demás. La adolescencia constituye una etapa en la que el individuo resulta más vulnerable a participar en este tipo de conductas desadaptativas. El objetivo planteado, es la confirmación factorial de la estructura del Cuestionario de Conducta Antisocial (CCA) y su relación con variables criteriales (IVE-J, Martorell y Silva, 1993; LCA, Martorell, González y Aloy, 1992). Los participantes (N=510) tenían entre 10 y 17 años. La estructura se confirmó con el Análisis Factorial Confirmatorio.  El Alfa de Cronbach permitió identificar la buena consistencia interna y el Coeficiente de Correlación de Pearson la estabilidad temporal. La convergencia con variables de personalidad y socialización fue buena. El CCA está compuesto por tres factores: Agresividad, Aislamiento, Ansiedad/Retraimiento.
Palabras Clave. Conducta antisocial, adolescencia, evaluación, personalidad, socialización.

ABSTRACT
Antisocial behavior includes any behavior that violates social norms and interests, being an action which is disruptive or harmful to others. Adolescence is a stage where the individual is more likely to participate in this kind of maladaptive behavior. The aim of this piece of work is to confirme the factorial structure of the Antisocial Behavior Questionnaire (CCA) and its relationships with criterial variables (IVE-J, Martorell y Silva, 1993; LCA, Martorell, González y Aloy, 1992). The participants (n=510) are between 10 and 17 years old. The structure was confirmed by the Confirmatory Factor Analysis. The Cronbach Alpha, permitted the identification of a good internal consistency and the Pearson Correlation Coefficient was used to identify temporal stability. The convergence with personality and socialization variables was good. The CCA is made up of three factors: Aggression, Isolation, Anxiety/Withdrawal.
Keywords. Antisocial behavior, adolescence, assessment, personality, socialization.

 INTRODUCCIÓN.
El denominador común de todas las definiciones del concepto “Conducta Antisocial” es la falta de respeto por las normas sociales básicas (Martínez y Gras, 2007). Entendiéndose por conducta antisocial aquel comportamiento que infringe las normas e intereses sociales, además de ser una acción perjudicial o dañina contra los demás, tanto personas como animales o propiedades, siendo su factor principal la agresión (Calvo, 1999; Garaigordobil, 2005; Bringas, Herrero, Cuesta y Rodríguez, 2006).
La conducta social es fruto de la interacción compleja tanto de factores biológicos, psicológicos y sociales (Sobral, Romero, Luengo y Marzoa, 2000; Boxer, Goldstein, Musher-Eizenman, Dubow, Heretick, 2005; Bringas et al., 2006), como de variables personales como edad, género, valores motivacionales o personalidad (Muñoz, 2004; Musitu, Moreno, y Murgui, 2007).
Las investigaciones que intentan relacionar la conducta antisocial con el género indican que es más elevada en varones: los chicos puntúan más alto en agresividad (Calvo, González y Martorell, 2001), se involucran en mayor medida en actividades delictivas (Rodríguez y Torrente, 2003). También en conceptos relacionados, como búsqueda de emociones, desinhibición y susceptibilidad al aburrimiento (Navas, Muñoz y Graña, 2005; Garaigordobil, 2005; y López y Lobo, 2008, Inglés et al., 2008).
Manifiesta su mayor intensidad en la adolescencia, cuando aparecen o se incrementan la mayoría de problemas (Inglés et al., 2009). Hacia el final de la adolescencia se desarrolla cierta madurez psicosocial que aumenta el control de impulsos, la supresión de la agresión, la responsabilidad personal, y la resistencia a la influencia del grupo de iguales (Monahan, Steinberg y Cauffman, 2009a). Así el individuo retorna a patrones de conducta más adaptativos, disminuyendo la conducta antisocial (Rodríguez y Torrente, 2003; Martínez y Gras, 2007; Monahan, Steinberg, Cauffman y Mulvey, 2009b).
Los valores y motivaciones de los adolescentes se guían en general por metas emancipativas y educativas. Sin embargo, los adolescentes antisociales lo hacen por metas antisociales, el reconocimiento social y el físico (LópezRomero y Romero, 2010).
En adolescentes antisociales se observa un patrón desinhibido e inestable emocionalmente (Sobral et al., 2000 y Luengo, Sobral, Romero y Gómez, 2002), caracterizado por impulsividad, búsqueda de sensaciones, baja autoestima, falta de empatía y locus de control externo. Así como por, inconsistencia ante las normas y bajo autocontrol, además de ansiedad, extraversión e independencia (López y López, 2003).


Las variables más predictivas son la agresividad, la impulsividad y falta de autocontrol en las emociones (Mestre, Samper y Frías, 2004); la búsqueda de sensaciones, la susceptibilidad al aburrimiento, el afán de aventura y la depresión (Muñoz, Navas y Graña, 2005); y también la baja competencia social al principio de la adolescencia (Sørlie, Amlund y Ogden, 2008) y el egoísmo (Velden, Brugman, Boom y Koops, 2010).
Muchas de estas variables se toman como indicadores de riesgo. Sin embargo, los factores de riesgo no son exclusivamente personales, sino que abarcan áreas diferentes, como la familia, la escuela, el grupo de iguales, las relaciones interpersonales o el ambiente en que se desenvuelven (Calvo, 1999; Mestre et al., 2004; Bringas et al., 2006; Trentacosta, Hyde y Shaw, 2009; Neumann, Barker, Koot y Maughan, 2010). Sobral et al. (2000) observaron que los factores psicosociales que actúan como prevención espontánea son la familia (aspectos estructurales de la unidad familiar, ambiente afectivo, pautas de crianza, estatus socioeconómico), el contexto escolar, y el grupo de iguales; y por otro lado factores individuales, como características de temperamento y variables sociocognitivas. En este sentido, Mestre et al. (2004) observaron como factores de protección la emocionalidad controlada y los sentimientos orientados al otro; y Muñoz et al. (2005) señalaron la empatía, la práctica religiosa y un autoconcepto positivo.

Los instrumentos utilizados para evaluar la conducta antisocial son variados. La Escala de Dificultades de Temperamento de Cantoblanco (EDTC, Herrero, Ordóñez, Salas y Colom, 2002), es un autoinforme formado de 90 ítems que mide rasgos de personalidad relacionados con la conducta antisocial (impulsividad, ausencia de miedo y búsqueda de sensaciones). El Cuestionario de Conducta Antisocial Delictiva de Seisdedos (1988) evalúa Conducta Antisocial y Conducta Delictiva, y está formado por 40 ítems. La Escala de Conducta Antisocial (ASB, Martorell y Silva, 1993), está formada por 46 ítems que hacen referencia a conductas de trasgresión de normas sociales y gamberrismo. El Inventario de Conductas Antisociales (ICA, Bringas et al., 2006), está construido a partir de ítems de otros cuestionarios sobre conducta antisocial, recogiendo conductas y actitudes catalogados de antisociales, está formado por 109 ítems. El Inventario de Habilidades Sociales para Adolescentes (Inderbitzen y Foster, 1992) evalúa en dos escalas la conducta Prosocial y Agresiva en las relaciones entre iguales, está formado por 40 ítems. El Child Behavior Checklist (Achenbach, 1991), contiene un listado de problemas emocionales y comportamentales, y mide la conducta antisocial combinando los ítems sobre agresividad y ruptura de reglas y normas, o bien con las escalas de problemas externalizantes. El Self Report of Offending (Huizinga, Esbensen, y Weiher, 1991), es un autoinforme formado por 22 ítems, el adolescente señala si se ha visto involucrado en actividades antisociales e ilegales. Por último, el Cuestionario de Conducta Antisocial (Luengo, Otero, Romero, GómezFraguela y Tavares-Filho, 1999), compuesto por 28 ítems, de los cuales 17 corresponden al instrumento original y 11 fueron tomados de la Escala de Delincuencia (Carroll, Durkin, Hattie, y Houghton, 1996).

Estos instrumentos han sido utilizados para obtener medidas relacionadas con la conducta antisocial, como la agresividad (Inglés et al., 2008; Selene y Lobo, 2008; Veenstraa et al., 2008; Trentacosta et al., 2009), rasgos de personalidad (Herrero, et al., 2002), la delincuencia (López y López, 2003; Rodríguez y Torrente, 2003), la transgresión de normas (Veenstraa et al., 2008; Trentacosta et al., 2009), la prevalencia (Garaigordobil, 2005; Muñoz, et al., 2005; Navas et al., 2005; Bringas et al., 2006; Monahan et al., 2009a; Monahan et al., 2009b) y la conducta antisocial en sí (López y López, 2003; Rodríguez y Torrente, 2003; Garaigordobil, 2005; Muñoz, et al., 2005; Navas et al., 2005; López-Romero y Romero, 2010).
Mientras que, el comportamiento prosocial ha sido estudiado por psicólogos del desarrollo, el antisocial lo ha hecho la psicopatología (Krueger, Hicks y McGue, 2001). Recientemente se está haciendo énfasis en estudiar de forma simultánea tanto la conducta antisocial como la conducta prosocial, y las interacciones entre ambas (Veenstraa, et al., 2008).
El interés por su estudio responde a la necesidad social de disminuir  este tipo de conductas entre niños y adolescentes (González, 1998; Sobral, et al., 2000; Bringas, et al., 2006). Así, estudiar la conducta antisocial en edades tempranas, ayuda identificar quiénes tienen posibilidades de desarrollar problemas de conducta en etapas posteriores (Veenstraa, et al., 2008).
El instrumento objeto de estudio, parte de estudios preliminares (Martorell, Llopis y Ferris, 1994; Martorell, González, Aloy y Ferris, 1995; Martorell, González, Calvo y Benavides, 1998), en los que se han hipotetizado posibles factores del constructo conducta antisocial. Ahora, los objetivos que dirigen este estudio instrumental (Montero y León, 2007) son: primero el estudio y confirmación de la estructura del CCA, y segundo, conocer su relación con variables de personalidad y socialización. Así, la principal aportación de esta investigación es un cuestionario baremado en población española que evalúa la conducta antisocial en adolescentes.

MÉTODO.
Participantes
Los participantes fueron 510 niños y adolescentes, seleccionados aleatoriamente de centros públicos de Valencia (provincia), entre 10 y 17 años (M=13.49 y DT=1.90), 56.3% varones (287). La distribución fue homogénea en los diferentes grupos de edad. Para estudiar la estabilidad temporal se ha utilizado otra muestra (N=120), con edades comprendidas entre 10 y 17 años (M edad=13.18 y DT=1.84), y distribuida equitativamente según sexo.

Variables e Instrumentos
Para evaluar la Conducta Antisocial se ha utilizado el CCA (Martorell y González, 1992). Está dirigido a niños y adolescentes (10 y 17 años), y su cumplimentación no presenta límite de tiempo. Consta de 34 ítems, con cuatro alternativas de respuesta (“Nunca”, “Alguna Vez”, “Muchas veces” y “Siempre”) referidas a la frecuencia de aparición de las conductas descritas (Martorell, et al., 1994; Martorell et al., 1995). Su origen se encuentra en el instrumento elaborado por Silva y Martorell (1983, 1987), destinado a evaluar dimensiones de conducta social en niños y adolescentes (6 y 18 años), especialmente en su relación con otros niños. Los análisis factoriales sobre la estructura de la BAS-3 (Silva y Martorell, 1991), concretaron seis escalas primarias (Consideración con los demás, Autocontrol en las relaciones sociales, Agresividad, Liderazgo, Ansiedad/Timidez y Retraimiento), dos escalas secundarias (Conducta Prosocial vs. Antisocial y Sociabilidad vs Baja Sociabilidad) y una escala terciaria (Socialización).
Se utilizó también el Listado de Conductas Antisociales (LCA)  de Martorell, González y Aloy (1992) para evaluar la conducta social. Su objetivo es evaluar conductas que suponen transgresiones de normas sin que sean consideradas delictivas. Consta de 29 ítems con 4 alternativas de respuesta (“Nunca”, “Alguna vez”, “Muchas veces” y “Siempre”), que evalúan la frecuencia de cada conducta y se obtiene una puntuación global. Presenta elevada consistencia interna y estabilidad temporal (0.91 y 0.84, respectivamente).
Las variables de personalidad se han evaluado mediante la Escala de Impulsividad, Afán de Aventura y Empatía (IVE-J), adaptada por Martorell y Silva (1993).  Consta de 77 ítems de respuesta dicotómica. Su consistencia interna es en Impulsividad 0’80 y 0’77, en Afán de Aventura 0’81 y 0’78, y en empatía 0’76 y 0’70 (chicos y chicas respectivamente). La estabilidad temporal es en Impulsividad 0’68, en Afán de Aventura 0’70 y en Empatía 0’69.

Procedimiento.
La evaluación se realizó de forma colectiva dentro del horario escolar.
Los psicólogos encargados de la administración informaron de buena colaboración, tanto de profesores como alumnos, y de la no existencia de problemas de comprensión de las pruebas. Para los datos del retest se intercalaron cuatro semanas entre ambos pases, procediendo de idéntica forma. Se eliminaron cuestionarios por cumplimentación incorrecta y falta de datos sociodemográficos.

Análisis estadísticos utilizados.
Para constatar la estructura del CCA se utilizó el Análisis Factorial Exploratorio (AFE) de Componentes Principales con rotación Varimax. A continuación se confirmó la estructura consiguiente con un Análisis Factorial Confirmatorio (AFC). El programa utilizado fue el SPSS. El procedimiento utilizado con los análisis estadísticos es análogo al seguido en investigaciones similares (Molinengo y Testa, 2010).
El AFC, fue realizado con LISREL 8 (Jöreskog y Sörbom, 1993). Dado que las variables son ordinales se utilizó una matriz de correlación policórica, recomendado en estos casos (Jöreskog y Sörbom, 1988). Se obtuvo una matriz de covarianza asintótica de las varianzas y covarianzas de todas las variables, empleando para ello PRELIS 2 (Jöreskog y Sörbom, 1993). El método de estimación del modelo fue el de Mínimos Cuadrados Ponderados.

Varios autores (Bentler y Bonnet, 1980; Bollen, 1989) han señalado los problemas del estadístico chi cuadrado en la evaluación de muestras grandes, dado que lleva a rechazar los modelos, aunque los residuos sean pequeños. Una estrategia propuesta para salvar este problema es el cálculo de otros índices de ajuste (Cudeck y Browne, 1983). Los indicadores manejados para probar la bondad de ajuste y asegurar la validez del modelo han sido: índice de Ajuste Normativo (NIF), Índice de Ajuste No Normativo (NNFI) y Promedio de Residuales Estandarizados (RMSR).
El Alfa de Cronbach se ha utilizado para estudiar la consistencia interna de los factores, calculándose los Índices de Homogeneidad de cada ítem, y el valor que tomaría el coeficiente alfa si fuera eliminado. Finalmente, tanto en el estudio de la estabilidad temporal del CCA y en las correlaciones con las variables criterio fue empleado el Coeficiente de Correlación de Pearson.

RESULTADOS.
Confirmación de la Estructura Factorial
Los resultados del AFE constataron la existencia de tres factores con valores propios iguales o superiores  a 2, tomándose este criterio como regla para la extracción de los factores, criterio que sigue el procedimiento realizado en estudios previos (Martorell, et al., 1994; Martorell et al., 1995).
Los ítems que componen cada escala fueron seleccionados a partir de saturaciones con valores iguales o superiores a 0.30, hubo que eliminar dos por presentar saturaciones inferiores a éste valor en las tres escalas (6 y 24).
A continuación se realizó de nuevo un AFE con los 34 ítems restantes, que constató de nuevo la existencia de tres factores con valor propio igual o superior a 2, y en el cuál todos los ítems presentaban saturaciones iguales o por encima de 0.30, siendo el valor máximo de 0.73 .

Del análisis se han perfilado tres escalas, cuyo porcentaje total de varianza explicada es del 31.5%. La primera escala es Agresividad (Varianza Explicada: 13.8%), hace referencia a conductas que implican agresividad verbal o física en relación con los demás, está compuesto por 14 ítems (7, 10, 11, 12, 16, 21, 25, 29, 30, 31, 34, y 35, en sentido inverso 9 y 36), y cuenta con un valor propio de 4.71. Análisis de Componentes Principales del CCA (Rotación Varimax). Saturaciones ≥0.30 (n=510).
La segunda escala ha sido denominada Aislamiento (VE: 10.6%), evalúa la necesidad no adaptativa de estar sólo, huyendo de las situaciones que impliquen relacionarse con los demás, está formado por 11 ítems (4, 8, 18, 22, 26, 27, y 33, en sentido inverso 14, 19, 20 y 32), y tiene un valor propio de 3.61. La última escala nombrada Ansiedad/Retraimiento (VE: 7.1%) evalúa la dificultad para relacionarse con los demás haciendo hincapié no tanto en sentimientos de tipo psicológico sino en reacciones fisiológicas, está compuesto por 9 ítems (1, 2, 3, 5, 13, 15, 17, 23 y 28), y cuenta con un valor propio de 2.42 .
Con la finalidad de confirmar la estructura trifactorial del CCA y asegurar su validez, se ha realizado un AFC, teniendo en cuenta la matriz de configuración del Análisis Factorial de Componentes Principales, incluyendo los ítems con saturación igual o superior a 0.30 y con autovalores superiores o cercanos a 2.
Se hipotetiza que en el modelo propuesto:
a) los ítems que refieren a contenidos de problemas con los otros, amenazas, peleas, desafíos y violencia, miden el factor 1;  b) los ítems sobre soledad, evitación de la gente, retiro, amigos, se agrupan en el factor 2; y c) los ítems sobre las relaciones con los otros, y sentimientos relacionados como vergüenza, nervios, miedo, llanto, forman el factor 3.

Los resultados del AFC mostraron índices de bondad de ajuste aceptables.
El resultado del test χ² (χ²=1173.498; p=0.000) muestra que existen diferencias significativas entre la matriz de correlaciones y la reproducida a partir de las estimaciones de los parámetros implicados en el modelo, puesto que la probabilidad de que las discrepancias entre ambas se deba al azar es menor de 0.001,  χ² es significativo.
El cociente χ²/gl tiene un valor de 2.24, situándose por debajo del valor crítico 3, indicando que el modelo presenta un buen ajuste a los datos (Carmines y McIver, 1981). No obstante, los índices NFI y el NNFI muestran valores inferiores a 0.9 (0.7 y 0.8, respectivamente), señalando que el modelo se ajusta discretamente a los datos  (Bentler y Bonet, 1980). El RMSR (0.05) es menor de 0.1, lo que muestra que las discrepancias entre la matriz de correlaciones reproducida por el modelo y la matriz de correlaciones observada no son substanciales (Hu, y bentler, 1999).
Todos los ítems incluidos cuentan con una saturación factorial superior a 0.30, la mayoría superiores a 0.35. En el primer factor el rango de saturaciones va de 0.31 hasta 0.66, coincidiendo los mínimos con ítems de saturación negativa. En el segundo factor los ítems tienen saturaciones entre 0.34 y 0.65. Y el tercer factor tiene un rango mayor de saturaciones, entre 0.30 y 0.73.

Las correlaciones entre factores son bajas, aunque sí aparecen significaciones. La correlación entre Agresividad y Aislamiento (r=20) es significativa y la correlación entre Aislamiento y Ansiedad/Retraimiento (r=30) también, pero no se puede afirmar en ninguno de los dos casos que exista una fuerte relación entre escalas. La relación entre Agresividad y Ansiedad/Retraimiento es no significativa (r=0.01). A pesar de su significación, estas correlaciones son bajas, señalando la independencia de los factores. Así, aunque se puede hablar de una estructura trifactorial, la hipótesis de relación entre los tres factores no se cumple.

Estudios de Fiabilidad.
La fiabilidad del CCA se estudió mediante los análisis de la consistencia interna y de la estabilidad temporal (testretest). En cuanto a la consistencia interna, todas las escalas presentan un coeficiente alfa satisfactorio (superior a 0.70). El coeficiente más elevado es el de la escala Agresividad (0.78), seguida de la escala Aislamiento (0.77), obteniendo el coeficiente menos elevado la escala Ansiedad/Retraimiento (0.72). El coeficiente de la escala Total puede considerarse satisfactorio, su valor es de 0.78.
Las escalas del CCA presentan resultados aceptables en fiabilidad test-retest. Las escalas Agresividad (r=0.68) y Aislamiento (r=0.70) cuentan con una estabilidad temporal moderadamente alta, mientras que la escala de Ansiedad/Retraimiento presenta una estabilidad temporal mayor (r=0.75). El coeficiente de correlación hallado para la Escala total presenta un valor de 0.69, pudiendo concluir que el CCA posee una buena fiabilidad en cuanto a estabilidad temporal de las conductas evaluadas.
Correlación entre el CCA y Variables de Personalidad y Socialización El patrón de las correlaciones varía en función del tipo de variables evaluadas, lo que indica que el instrumento tiene valor discriminativo ya que responde de forma diferencial a las variables criterio estudiadas .

La escala Agresividad correlaciona positivamente con Impulsividad (0.50**) y Afán de Aventura  (0.13**), así como con el LCA (0.57**), mientras que su correlación con la escala  Empatía es negativa (-0.31**). Respecto a la escala Aislamiento correlaciona negativamente con Afán de Aventura (-0.17**) y Empatía (-0.10*), sin existir relación significativa con Impulsividad,  mientras que correlaciona de forma positiva con el LCA (0.12**). En referencia a la escala de Ansiedad/Retraimiento, decir que correlaciona negativamente con Afán de Aventura (-0.16**), y con Empatía  (-0.16**), aunque los valores son bajos, y no existe relación con el LCA. Por último, la escala Total correlaciona tanto con las escalas del IVE-J como con el LCA. Correlaciona positivamente con las escalas de Impulsividad (0.32**) y el LCA (0.36**), mientras que las escalas Afán de Aventura (-0.10*) y Empatía (-0.16**) correlacionan con signo negativo, alcanzando valores más bajos.

DISCUSIÓN
Actualmente la implantación de programas de prevención e intervención está teniendo gran repercusión, pues se han convertido en una necesidad social (Bringas et al., 2006). Para que éstos sean eficaces deben estar respaldados tanto en factores de protección (Sobral et al., 2000; Muñoz et al., 2005), como en factores de riesgo (Mestre et al., 2004; Bringas et al, 2006; et al., 2009; Neumann et al., 2010). En este sentido cabe resaltar como importante el estudio no sólo de la conducta antisocial, sino también de conductas adaptativas que puedan competir con ésta, como la conducta prosocial, que puede dotar a los adolescentes de recursos y estrategias (Garaigordobil, 2005; Veenstraa et al., 2008; Velden et al., 2009; López-Romero y Romero, 2010).
Los estudios revisados utilizan en la evaluación de la conducta antisocial cuestionarios e inventarios muy variados. Se utilizan instrumentos en los que  no se mide sólo el constructo conducta antisocial (López y López, 2003; Rodríguez y Torrente, 2003; Inglés et al., 2008; López y Lobo, 2008), que evalúan actividades delictivas (López y López, 2003; Rodríguez y Torrente, 2003; Monahan et al., 2009a; Monahan et al., 2009b), así como, medidas centradas en la agresividad  (Inglés et al., 2008; Selene y Lobo, 2008; Veenstraa et al., 2008; Trentacosta et al., 2009).

El instrumento que aquí se presenta constituye una alternativa en este sentido, pues evalúa la conducta antisocial, basándose tanto en aspectos evolutivos como cognitivos, y enfocándola como un obstáculo en el desarrollo socio-emocional, y no desde el campo de la psicopatología (Krueger et al., 2001). Además es un cuestionario creado en nuestro país, validado y baremado en adolescentes españoles.
El Análisis de Componentes Principales señaló una estructura trifactorial, teniendo en cuenta este análisis y estudios previos (Martorell et al., 1994; Martorell et al., 1995; Martorell et al., 1998) se realizó un Análisis Factorial Confirmatorio, cuyos resultados pusieron también de relieve la conveniencia de trabajar con tres factores: Agresividad, Aislamiento y Ansiedad/Retraimiento. A pesar de ello el modelo trifactorial  hipotetizado en el AFC no presenta un ajuste exacto a los datos, aunque sí puede decirse en base a los índices χ²/grados de libertad y RMSR que se trata de un modelo válido (Hu y Bentler, 1999).

En cuanto a la relación entre los tres factores, no existen o son muy bajas. Concluyendo que el CCA presenta un factor de orden superior (Conducta Antisocial), compuesto por tres factores de primer orden relativamente independientes entre sí.
Dependiendo del objetivo con el que se administre, permite trabajar con una puntuación total cuando se trata de realizar una clasificación general, y también conocer el nivel que se alcanza en cada uno de los factores cuando lo que se plantea es una intervención.
Respecto a la consistencia interna de las diferentes escalas se observaron resultados satisfactorios en los tres factores y en la Escala Total.  En cuanto a la estabilidad temporal, los coeficientes test-retest son satisfactorios también en los tres factores, aunque menor para la Escala Total.
Todas las escalas del CCA presentan una correlación positiva con el LCA. Destacar también la correlación positiva y significativa de la escala Agresividad y de la Escala Total con la escala Impulsividad del IVE-J.
Así aquellos individuos más impulsivos y que les cuesta más autorregular sus respuestas emocionales son aquellos que en momentos determinados, como respuesta a la situación llegan a cometer conductas agresivas (Mestre et al., 2004). Los resultados hallados han sido similares a los encontrados en otros estudios (Sobral et al., 2000; Luengo et al., 2002; López y López, 2003; Mestre et al., 2004; Muñoz et al., 2005), exceptuando la correlación negativa de la Escala Total del CCA con la escala Afán de Aventura del IVE-J. La explicación se halla en que el constructo Afán de Aventura está relacionado con la búsqueda de sensaciones y emociones, en este sentido era de esperar una relación positiva con el constructo Conducta Antisocial; sin embargo al incorporar al constructo el Aislamiento y la Ansiedad/Retraimiento opuestos al Afán de Aventura, la correlación de la Escala Total resulta negativa.

CONCLUSIÓN
La evaluación de este tipo de conductas en nuestros adolescentes permite detectar de forma precoz problemas socio-emocionales, que dan lugar a patrones de conducta desadaptativas y a relaciones interpersonales problemáticas y conflictivas. Si los casos calificados de riesgo se pueden detectar de forma temprana, para establecer un tratamiento antes de que se agrave la situación, las garantías de éxito de los programas de intervención serán mayores. Lo ideal sería, no sólo detectar los casos en los que se dan conductas antisociales, si no también delimitar un perfil característico de aquellos sujetos en riesgo. Por ello es importante estudiar la conducta antisocial en relación con características personales y de socialización, como se ha hecho en esta investigación y en otras anteriores (Sobral et al., 2000; Luengo et al., 2002; López y López, 2003; Mestre et al., 2004; Muñoz et al., 2005; Sørlie, et al., 2008; Velden, et al., 2010).
Para concluir, señalar que la utilización del CCA es aconsejable, pues su calidad psicométrica es adecuada: tanto su coeficiente de consistencia interna como su estabilidad temporal están en el rango de lo recomendado, y queda demostrada su convergencia con instrumentos afines. Así, el CCA se presenta como un instrumento fiable y válido en el estudio y evaluación de la conducta antisocial en niños y adolescentes.

REFERENCIAS.
Achenbach, T.M. (1991). Manual for the Child Behavior Checklist 4–18. Burlington: University of Vermont.
Bentler, P.M. y Bonet, D.G. (1980): Significance tests and goodness of fit in the analysis of covariance structures. Psychological Bulletin, 88, 588-606.
Bollen,  K.A. (1989): Structural equations with latent variables. New York: John Wiley and Sons.
Boxer P., Goldstein S.E., Musher-Eizenman D., Dubow E.F., Heretick D. (2005):
Developmental issues in school-based aggression prevention from a socialcognitive perspective. Journal of Primary Prevention, 26, 383-400.
Bringas, C., Herrero, F. J.; Cuesta, M. y Rodríguez, F. J. (2006). La conducta antisocial en adolescentes no conflictivos: Adaptación del Inventario de Conductas Antisociales (ICA). Revista Electrónica de Metodología Aplicada,11,2, 1-10.
Calvo, A.J (1999): La conducta prosocial: su evaluación en la infancia y adolescencia. Tesis Doctoral, Facultad de Psicología, Universidad de Valencia.
Calvo, A.J.; González, R. y Martorell, M.C. (2001): Variables relacionadas con la conducta prosocial en la infancia y adolescencia: personalidad, autoconcepto y genero. Infancia y Aprendizaje, 93, 95-111.
Carmines, E. G. y McIver, J. P. (1981). Analyzing models with unobserved variables: analisis of covariance structures. En G.W. Bornstedt y E.F. Borgatta (eds.) Social Measurement: current issues. Beverly Hills: Sage.
Carroll, A., Durkin, K., Houghton, S., & Hattie, J. (1996). An adaptation of Mak’s Self-Reported Delinquency Scale for Australian Adolescents. Australian Journal of Psychology, 48, 1-7.
Cudeck y Browne, 1983. (1983). Cross-validation of covariance structures. Multivariate Behavioral Research.
Garaigordobil, M. (2005). Conducta antisocial durante la adolescencia: correlatos socio-emocionales, predictores y diferencias de género. Psicología Conductual, 13, 2, 197-215.
González, M.T. (1998). La conducta antisocial en la infancia. Evaluación de la prevalencia y datos preliminares para un estudio longitudinal. RIDEP, 6,9-28.
Herrero, O., Ordóñez, F., Salas, A., y Colom, R. (2002). Adolescencia y comportamiento antisocial. Psicothema, 14, 2, 340-343.
Hu, L. T., y Bentler, P. M. (1999). Cutoff criteria for fit indexes in covariance structure analysis: Conventional criteria versus new alternatives.  Structural Equation Modeling, 6, 1–55
Huizinga, D., Esbensen, F., y Weiher, A. (1991). Are there multiple pathways to delinquency? Denver Youth Survey. Journal of Criminal Law and Criminology, 82, 83–118.
Inderbitzen, H. M. y Foster, S. L. (1992). The Teenage Inventory of Social Skills: Development, reliability, and validity. Psychological Assessment, 4, 451-459
Inglés, C. J., Martínez-Monteagudo, M. C., Delgado, B., Torregrosa, M. S., Redondo, J., Benavides, G., García-Fernández, J. M., y García-López L. J. (2008). Prevalencia de la conducta agresiva, conducta prosocial y ansiedad social en una muestra de adolescentes españoles: un estudio comparativo. Infancia y
Aprendizaje, 31 (4), 449-461.
Inglés, C. J., Benavides, G., Redondo, J., García-Fernández, J. M, Ruiz-Esteban, C., Estévez, C. y Huescar, E. (2009). Conducta prosocial y rendimiento académico en estudiantes españoles de Educación Secundaria Obligatoria. Anales de psicología, 25, 1, 93-101.
Jöreskog, K. G., Sörbom, D. 1988. PRELIS 2 User’s Reference Guide. Chicago: Scientific SoftwareInternational.
Jöreskog, K. G., Sörbom, D.1993. LISREL 8 User’s Reference Guide. Chicago: Scientific Software International.
Krueger R.F., Hicks B.M., McGue M. (2001): Altruism and antisocial behavior: Independent tendencies, unique personality correlates, distinct etiologies. Psychological Science, 12, 397-402.
López, K. S. y Lobo, M. (2008). Conducta antisocial y consumo de alcohol en adolescentes escolares. Rev. Latino-am Enfermagem, 16, 2.
López, C. y López, J. R. (2003). Rasgos de personalidad y conducta antisocial y delictiva. Psicopatología Clínica Legal y Forense, 3, 2, 5-19.
López-Romero, L., y Romero, E. (2010). Goals during adolescence and their relationship with antisocial behavior. The Spanish journal of psychology, 13, 1, 166-177.
Luengo, A., Otero, J. M., Romero, E., Gómez Fraguela, J. A., y Tavares-Filho, E. T. (1999). Análisis de ítems para la evaluación de la conducta antisocial. Un estudio transcultural. Revista Ibero-Americana de Evaluación Psicológica, 1, 21-36.
Luengo, M., Sobral., J., Romero, E. y Gómez, J. (2002). Biología, personalidad y delincuencia. Psicothema, 14, 16-25.
Martínez, G., y Gras, M. (2007). La conducta antisocial percibida por adolescentes de Enseñanza Secundaria Obligatoria: frecuencia, contexto y atribución causal. Apuntes de Psicología, 25, 3, 285-304.
Martorell, M. C. y Silva, F. (1993). ASB. Escala de conducta antisocial. En F. Silva y M.C. Martorell (dirs.), EPIJ. Evaluación Infanto-Juvenil (pp. 83-110). Madrid: MEPSA.(Adaptación española de la prueba de Allsopp, J. F. y Feldman, M.).
Martorell, M. C. y Silva, F. (1993). IVE. Escala de impulsividad, afán de aventura y empatía. En F. Silva y M. C. Martorell (dirs.), EPIJ. Evaluación InfantoJuvenil (pp. 111-142). Madrid: MEPSA
Martorell, M. C., González, R. (1992). CCA, Cuestionario de Conducta Antisocial.
Martorell, M. C.; González, R.  y Aloy, M.  (1992). LCA, Listado de Conductas Antisociales.
Martorell, M. C; González, R.; Aloy, M., y Ferris, M.C. (1995). Socialización y conducta prosocial. Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica, 1, 73-102.
Martorell, M.C.; Llopis, V. y Ferris, M.C. (1994). Delincuencia y Socialización. IV Congreso de Evaluación Psicológica. Santiago de Compostela. Septiembre.
Martorell, M. C., González, R., Calvo, A. J. y Benavides G., (1998). Estudio confirmatorio del Cuestionario de Conducta Prosocial (CCP, Martorell y González, 1992). V Congreso de Evaluación Psicológica.Málaga.
Mestre, V., Samper, P. y Frías, D. (2004). Personalidad y contexto familiar como factores predictores de la disposición prosocial y antisocial de los adolescentes. Revista Latinoamericana de Psicología, 36, 3, 445 45.
Molinengo, G., y Testa, S. (2010). Analysis of the Psychometric Properties of an Assessment Tool for Deviant Behavior in Adolesccence. European journal of psychological assessment, 26, 2, 108-115.
Montero, I., León, O. G. (2007). A guide for naming research studies in Psychology. International Journal of Clinical and Health Psychology, 7, 3, 847-862.
Monahan, K. C., Steinberg, L., y Cauffman, E. (2009a). Affiliation With Antisocial Peers, Susceptibility to Peer Influence, and Antisocial Behavior During the Transition to Adulthood. Developmental Psychology, 45, 6, 1520–1530.
Monahan, K. C., Steinberg, L., Cauffman, E., y Mulvey E. P. (2009b). Trajectories of Antisocial Behavior and Psychosocial Maturity From Adolescence to Young Adulthood Developmental Psychology, 45, 6, 1654–1668.
Muñoz, J. (2004). Factores de riesgo y protección de la conducta antisocial en adolescentes. Revista Psiquiatría Facultad Medicina Barcelona, 31, 21-37.
Muñoz, J. J., Navas, E., y Graña, J. L. (2005). Factores psicológicos de riesgo y protección para la conducta antisocial en adolescentes. Actas españolas de psiquiatría, 33, 6, 366-373.
Musitu, G., Moreno, D., y Murgui, S. (2007). Adolescentes infractores. La perspectiva psicosocial. En F. J. Rodriguez & C. Becedoniz (Coord.), El menor infractor. Posicionamientos y realidades (pp 13-34). Oviedo. Direccion General de Justicia. Principado de Asturias.
Navas, E., Muñoz, J. J., y Graña, J. L. (2005). Influencia del género, edad y conducta antisocial en variables de personalidad. Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, 32, 2, 57-64.
Neumann, A., Barker, E., Koot, H., y Maughan, B. (2010). The role of contextual risk, impulsivity, and parental knowledge in the development of adolescent antisocial behavior. Journal of abnormal psychology, 119, 3, 534-545.
Rodríguez, A., y Torrente, G. (2003). Interacción familiar y conducta antisocial. Boletín de Psicología, 78, 7-19.
Silva, F. y Martorell, M. C. (1983). BAS-1,2. Batería de Socialización (para profesores y padres). Madrid. TEA.
Silva, F. y Martorell, M. C. (1987). BAS-3. Batería de Socialización (autoevaluación). Madrid. TEA.
Silva, F. y Martorell, M.C.(1991)La batería de socialización: nuevos datos sobre estructura y red nomológica. Evaluación Psicológica, 7, 3, 349-367.
Seisdedos, N. (1988). Cuestionario A-D (Conductas antisociales-delictivas). TEA: Madrid.
Sobral, J.; Romero, E.; Luengo, A. y Marzoa, J. (2000). Personalidad y conducta antisocial: amplificadores individuales de los efectos contextuales. Psicothema, 12, 4, 661-670.
Sørlie, M. A., Amlund, K., y Ogden, T. (2008). Social competence and antisocial behaviour: continuity and distinctiveness across early adolescence. Journal of research on adolescence, 18, 1, 121-144.
Trentacosta, C., Hyde, L., y Shaw, D. (2009). Adolescent dispositions for antisocial behavior in context: the roles of neighborhood dangerousness and parental knowledge. Journal of abnormal psychology, 118, 3, 564-575.
Veenstraa, R.; Lindenbergb, S.; Oldehinkelc, A.J.; De Winterc, A.F.; Verhulst, F.C.; Ormel, J. (2008). Prosocial and antisocial behavior in preadolescence: Teachers’ and parents’ perceptions of the behavior of girls and boys. International Journal of Behavioral Developmen, 32, 3, 243–251.
Velden, F., Brugman, D., Boom, J., y Koops, W. (2010). Moral cognitive processes explaining antisocial behavior in young adolescents. International journal of behavioral development, 34, 4, 292-301.

 ANEXO 1:

CUESTIONARIO DE CONDUCTA ANTISOCIAL (CCA) M. C. Martorell y R. González
1. Me cuesta relacionarme con los demás.
2. Cuando tengo que hablar con alguien, me cuesta empezar.
3. Tengo vergüenza cuando estoy con compañeros del otro sexo.
4. Tengo la mirada triste.
5. Me pongo rojo con facilidad.
6. Cuando hay que hacer algo en grupo, intento evitarlo.
7. Tengo problemas con los demás.
8. Me gusta estar en sitios donde hay poca gente.
9. Cuido las cosas de los demás.
10. Amenazo a los demás.
11. Cuando hago algo mal, culpo a los demás.
12. Cuando me dicen o mandan hacer algo, protesto.
13. Me pongo nervioso cuando tengo que hablar en público.
14. Me gusta más con otros que solo.
15. Soy vergonzoso.
16. Cuando me hablan no hago caso.
17. Lloro con facilidad.
18. Me gusta estar solo.
19. Me gusta estar con  mucha gente.
20. Soy alegre.
21. Me peleo con los demás.
22. Me gusta estar separado de los demás.
23. Hablo lento, como si estuviese cansado.
24. Me cuesta saludar a la gente.
25. Ando buscando pelea.
26. Cuando hay mucha gente en un sitio, intento no ir.
27. Me gusta jugar sólo.
28. Soy miedoso sobre todo cuando tengo que hacer cosas por primera vez.
29. Soy cabezota, terco.
30. Desafío o planto cara cuando me dicen algo.
31. Cuando me dicen algo, soy irónico, cínico.
32. Tengo buenos amigos.
33. Esquivo o rehúyo a la gente.
34. Estoy distraído, no me entero de lo que pasa a mi alrededor.
35. Soy violento e incluso puedo llegar a golpear a los demás.
36. Dejo que los demás hagan lo suyo sin molestarles.


(1) Catedrática de la Universidad de Valencia. Facultad de Psicología, Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Av. Blasco Ibáñez, 21. 46010 Valencia. Telf. 963864408.  gonzalrb@uv.es
(2) Profesora Titular de la Universidad de Valencia. Facultad de Psicología, Departamento de Personalidad, Evaluación y tratamientos Psicológicos.
(3) Licenciada en Psicología. Colaboradora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultad de Psicología, Universidad de Valencia.
(4) Profesora Contratada de la Universidad de Valencia. Facultad de Psicología, Departamento de Personalidad, Evaluación y tratamientos Psicológicos.

3 comentarios: